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martes, 11 de agosto de 2015

Los Dólmenes de Antequera

Hay un momento para cada cosa y una cosa para cada momento. A pesar de haber vivido en Marbella durante cinco años, allá por el final de los 70, los dólmenes de Antequera siguen siendo para mí una asignatura pendiente a la que no pienso renunciar.
El conjunto que forman los monumentos de Menga, Viera y Romeral es uno de los mejores y más conocidos exponentes del megalitismo europeo. Los monumentos megalíticos muestran una amplia diversidad de soluciones y técnicas arquitectónicas, pero genéricamente pueden ser caracterizados por el uso de grandes bloques de piedra que forman cámaras y espacios techados con cobertura adintelada o en falsa cúpula, y que son utilizados con fines rituales y funerarios. Los megalitos constituyen las primeras formas de arquitectura monumental de la Prehistoria de Europa, desarrollándose, de acuerdo con los datos actualmente disponibles, desde comienzos del V milenio antes de nuestra era (período Neolítico), es decir, hace unos 6500 años.

Entre las primeras comunidades de agricultores y pastores de Europa occidental la arquitectura monumental megalítica sirve para fijar ideológicamente la presencia y arraigo de la sociedad en la tierra. En su función como cámaras mortuorias, algunos megalitos son verdaderos depósitos de identidad cultural y genealógica; en tanto que templos y espacios rituales, también sirven para la realización de ceremonias propiciatorias, a menudo relacionadas con la fertilidad de la naturaleza y los antepasados.

Sus constructores
Los constructores de los monumentos megalíticos son las primeras comunidades agrarias de las fértiles tierras del valle del Guadalhorce. En el entorno de la necrópolis se han identificado varios asentamientos de los periodos Neolítico y de la Edad del Cobre (los periodos de apogeo del megalitismo, entre aproximadamente 5000 y 2200 años antes de nuestra era). En la formación kárstica de El Torcal (al sur de Antequera) y la sierra de Mollina (hacia el noroeste) se encuentran asentamientos en cueva del periodo Neolítico como por ejemplo la cueva del Toro, la cueva de la Pulsera o la cueva de la Higuera. En algunos de ellos se han realizado investigaciones arqueológicas que han permitido establecer aspectos relativos al hábitat, la tecnología y la economía de estos grupos.

El asentamiento más próximo a la necrópolis megalítica es, no obstante, el cerro de Marimacho, una pequeña colina situada apenas a 200 metros al este de Menga y Viera. Aquí, a finales de la Edad del Cobre (c. 2600-2200 a.n.e.), existió una pequeña aldea al aire libre con viviendas semi-subterráneas. En general, es bastante improbable que ninguna de estas comunidades neolíticas y de la Edad del Cobre (integradas por no más de unas pocas decenas de individuos) acometiera individualmente la formidable empresa de construir los enormes monumentos megalíticos. Esta tarea debió requerir una estrecha cooperación entre numerosas comunidades que compartían códigos religiosos comunes así como una noción compartida de pertenencia tribal o clánica.