12 años después
Anochece.
Una brisa suave se desliza entre las ramas del cerezo
bajo el que estoy tumbada y le arranca a sus mil flores blancas el dulce
arrullo de tu nombre.
¡Qué lento pasa el tiempo en este lugar y qué difícil es
vivir sin ti! El tiempo es la Bestia a quien todos tememos; que aquel que tenga
el conocimiento, calcule su número.
Pero esta es mi prueba. No temo al que dirán, porque
ellos son ciegos que no ven más que la mitad.
Orión se despereza bostezante entre picos romos de la
montaña que guarda tu cuerpo y mi querida Kwnn fulgura detrás. Ésta es mi
estrella, ése es nuestro hogar.
La luz se apaga en el ocaso y las sombras crecen y se
hacen una, llenándolo todo con su manto oscuro.
Cierro estos ojos que me impiden ver la realidad y el
vuelo de tu capa gira y gira danzando entre un millón de estrellas que siguen
cantando en remolino la misma sinfonía sin palabras. Escucha su voz y su
melodía, pues ellas saben de nuestra historia y lo que está por venir.
Me siento sola en esa insondable quietud del universo en
la que mis lágrimas se convierten en estrellas y los sueños de los hombres
vagan sin dirección. Y en la oscuridad de estas noches solitarias he escuchado
el palpitar de tus pasos que me buscan y tu llamada, que me arrastra contigo al
mundo de la muerte.
Murmuro tu nombre y el sonido se hiela en mis labios como
un brillo fugaz que muere en el momento
en que aparece. En vano te deseo, en vano te sigo amando más allá de los siglos
y los Hombres.
Y sin embargo, estás. No muerto, sino dormido.
Yo sé que llegará el día en que despiertes, igual que yo,
en el cuerpo de un hombre. Y ese día será el principio del fin, porque los dos
sabremos que nuestra hora habrá llegado. Juntos por fin en un instante eterno,
pues hay sólo un instante para el amor.
Sólo el Escriba sabe cuándo llegará el momento.
Esta noche he abierto para ti, una vez más, la Puerta del
Abismo y he visto como el Abismo me contempla.
De las entrañas de la montaña llega un suspiro y mi alma
va detrás, hasta ese lago oscuro de aguas negras en las que un día abandoné tu
cuerpo.
El aire frío me devuelve tu aroma y su contacto sobre mi
piel me trae a una realidad de la que no deseo más que esas flores blancas del
cerezo que siguen brotando aún en la oscuridad.