Te amo.
A pesar de los siglos, a pesar de la distancia, incluso a pesar de
ti mismo, yo te sigo amando. No consigo escapar a la mirada de tus ojos
sorprendidos, a tu sonrisa de niño. Y el tiempo sigue, inexorablemente, su
marcha hacia el final… ¡sin ti!
Anochece. Sentada frente a la ventana veo caer la lluvia de esta tarde de verano y el juego de luz y sombras va invadiéndolo todo muy lentamente, sin prisas. Momentos intermedios como éste resucitan recuerdos largamente olvidados, añoranzas de un ayer y desesperanza del mañana. No puedo desistir, y sin embargo…
La lluvia que arrecia parece acompañar el dolor de mi alma. El
pájaro que fui ha dejado de cantar y la
Rosa se marchita día a día.
Contemplo mi imagen reflejada en el cristal y se me antoja extraña. ¿Quién es esa mujer dentro de la que vivo? Los años de la tierra han pasado por ella; ha envejecido tanto, ha vivido y ha sufrido tanto… y aún sigue siendo una extraña para mí. No me reconozco en ella: es tan solo un cuerpo prestado, un vehículo que me aprisiona y me limita. Una mente terrenal prestada que sofoca mi Mente. Una cárcel.
Contemplo mi imagen reflejada en el cristal y se me antoja extraña. ¿Quién es esa mujer dentro de la que vivo? Los años de la tierra han pasado por ella; ha envejecido tanto, ha vivido y ha sufrido tanto… y aún sigue siendo una extraña para mí. No me reconozco en ella: es tan solo un cuerpo prestado, un vehículo que me aprisiona y me limita. Una mente terrenal prestada que sofoca mi Mente. Una cárcel.
Las gotas de agua sobre el cristal producen en mí un efecto
hipnótico. Las últimas luces les confieren un extraño aspecto, como millones de
estrellas en un cielo azul.
Azul, azul…. No sé cómo, me he visto atravesando esa inmensidad,
oscura y brillante al mismo tiempo.
Estrellas, planetas, miles de mundos ignorados por el hombre pasan por
mi mente a una velocidad de vértigo, como si estuviera sumergiéndome en una
especie de embudo fantástico, interestelar.
Y empiezo a recordar…. (Prólogo de "YO ISIS, la de los Mil Nombres")
Pero continué escribiendo, porque los grandes secretos ya no son para unos pocos privilegiados que se refugian a la sombra de los niveles más altos de grandes órdenes secretas.
Los antiguos misterios, el "saber perdido", fue considerado desde el principio como el tesoro más sagrado de la humanidad y por eso se creó en el Antiguo Egipto una Orden Secreta de sacerdotes encargados de protegerlo, una Orden a la que ni siquiera el mismísimo Faraón tenía acceso.
Era el legado de unos "dioses" que abandonaron nuestro planeta después de haberlo colonizado durante muchísimos años, en una época en que la humanidad caminaba prácticamente en pañales.
Al principio, ni siquiera los grandes sabios estaban preparados para descifrar el contenido de todas aquellas enseñanzas, ni para imaginar siquiera el alcance de algunas de las herramientas que los dioses habían abandonado en su partida, pero eran conscientes de su enorme potencial y por eso debieron considerar que si todo ese conocimiento secreto caía en manos equivocadas los resultados podían ser devastadores.
Desde entonces hasta ahora, los conocimientos se fueron diluyendo en el tiempo y la increíble civilización que había marcado el inicio de Egipto y que, al contrario del resto de culturas había aparecido "de la nada", fue paulatinamente decayendo hasta caer casi en el olvido.
Hoy en día, caminando entre ruinas de fastuosos templos y pirámides imposibles, la vida en el Egipto rural transcurre con no demasiadas diferencias a como debió ser la vida de los campesinos de hace dos o tres mil años.
Pero... ¿Qué fue de aquellos "dioses"? ¿Qué hicieron los hombres con unas herramientas y un saber poderoso, que podían ser utilizados tanto para bien como para mal? ¿Quienes son los sucesores de los sacerdotes de aquella Orden Secreta del Antiguo Egipto? ¿Ha desaparecido, o sigue vigente oculta tras un nombre distinto?
Por todo eso y comenzando por el principio, era necesario empezar escribiendo sobre aquellos seres que llegaron del cielo en sus "Naves de los Millones de Años".
Pero continué escribiendo, porque los grandes secretos ya no son para unos pocos privilegiados que se refugian a la sombra de los niveles más altos de grandes órdenes secretas.
Los antiguos misterios, el "saber perdido", fue considerado desde el principio como el tesoro más sagrado de la humanidad y por eso se creó en el Antiguo Egipto una Orden Secreta de sacerdotes encargados de protegerlo, una Orden a la que ni siquiera el mismísimo Faraón tenía acceso.
Era el legado de unos "dioses" que abandonaron nuestro planeta después de haberlo colonizado durante muchísimos años, en una época en que la humanidad caminaba prácticamente en pañales.
Al principio, ni siquiera los grandes sabios estaban preparados para descifrar el contenido de todas aquellas enseñanzas, ni para imaginar siquiera el alcance de algunas de las herramientas que los dioses habían abandonado en su partida, pero eran conscientes de su enorme potencial y por eso debieron considerar que si todo ese conocimiento secreto caía en manos equivocadas los resultados podían ser devastadores.
Desde entonces hasta ahora, los conocimientos se fueron diluyendo en el tiempo y la increíble civilización que había marcado el inicio de Egipto y que, al contrario del resto de culturas había aparecido "de la nada", fue paulatinamente decayendo hasta caer casi en el olvido.
Hoy en día, caminando entre ruinas de fastuosos templos y pirámides imposibles, la vida en el Egipto rural transcurre con no demasiadas diferencias a como debió ser la vida de los campesinos de hace dos o tres mil años.
Pero... ¿Qué fue de aquellos "dioses"? ¿Qué hicieron los hombres con unas herramientas y un saber poderoso, que podían ser utilizados tanto para bien como para mal? ¿Quienes son los sucesores de los sacerdotes de aquella Orden Secreta del Antiguo Egipto? ¿Ha desaparecido, o sigue vigente oculta tras un nombre distinto?
Por todo eso y comenzando por el principio, era necesario empezar escribiendo sobre aquellos seres que llegaron del cielo en sus "Naves de los Millones de Años".
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