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La Esencia de la Diosa vive en el corazón de cada mujer y en el de algunos hombres sensibles que saben serlo sin perder por ello su masculinidad. Espero de todo corazón que te guste el contenido de esta página y te animo a participar en ella activamente publicando tus comentarios o utilizando el botón "g+1" para recomendar las entradas que te gusten.

lunes, 22 de junio de 2015

HERIDAS CÓSMICAS 1


Mi libro “Apenas una clepsidra” (ya empiezo a desesperar de que algún día vea la luz) empieza así: “Todo es viaje. Todos somos viajeros, transitando sin rumbo de una tiniebla a otra. Lánguidos peregrinos; nautas, con Caronte, de la orilla del sueño a una lejana orilla en el lago de los muertos.”

Así es.
Pero para saber qué nos pasa y por qué nos pasa, debemos retroceder hasta el comienzo, hasta el momento en que nacimos como almas en una realidad que no conocíamos de antemano.
Es un largo viaje a través del tiempo, a través del espacio, a través de la materia, para llegar a ese momento en que fuimos separados del hogar, de la fuente original. Ese acontecimiento y la angustia que conlleva está todavía muy presente dentro de todos nosotros y el dolor del nacimiento yace detrás de muchos de nuestros sentimientos y comportamientos diarios.
La gran mayoría de nosotros nos enfrentamos a diario (o lo hemos hecho durante largo tiempo) a una intranquilidad interior, a una sensación constante de “buscar algo”. Hay una tensión interna que está relacionada con no estar completamente con uno o una mismo: no nos sentimos en el hogar con nuestro propio ser, con nuestra esencia.
Desde esta tensión básica interior hay una tendencia a buscar validación externa, reconocimiento y aceptación. Siempre necesitamos algo o alguien que nos tranquilice, que elimine esa tensión y nos diga: “Estás en el hogar, estás a salvo”
Todos necesitamos esa seguridad porque todos sentimos ese desasosiego, esa compulsión a buscar; la inclinación a ir a algún lugar que no está en el ahora ni en nuestro interior.
La causa real es como el centro de una cebolla con muchas capas externas. Las capas exteriores están formadas por ciertos eventos que nos han intranquilizado. En las capas más profundas hay sucesos de la vida que han resultado traumáticos. Pero si conseguimos desprendernos de todas las capas descubriremos un núcleo intranquilo, un centro de añoranza que está conectado al comienzo de nuestro viaje.

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