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lunes, 22 de junio de 2015

HERIDAS CÓSMICAS 2 - Viajemos

Viajemos.
Pero antes de aventurarnos en el viaje, visualicémonos formando parte de un estado de unidad muy armónico y envolvente, como si estuviéramos en un sueño en el que todo es seguro y nuestra conciencia está muy receptiva. Todo es fluidez y nosotros mismos somos los que permitimos que todo suceda.
Si pudiéramos tener memoria de cuando éramos un simple embrión en el útero, cuando no teníamos aún una clara distinción entre adentro y afuera, sin recuerdo de ninguna experiencia y gozando de una seguridad que está fuera de cuestionamientos, nos acercaríamos mucho, al menos parcialmente, a ese estado inicial.
También nuestras almas pasaron por un estado embrionario, inmersas en un estado de paz y seguridad. Pero en un cierto momento fueron separadas traumáticamente de ese estado ideal: fue el comienzo del nacimiento como almas individuales; almas que nos enfrentamos a un maravilloso viaje para acumular experiencia.
Al principio todo era Uno. Luego vino la experiencia de ser arrancado de esa antigua Unidad. A partir de ese momento nos sentimos desorientados, inmersos en un estado de confusión y comenzó la búsqueda ciega de algo, algo sobre lo que apoyarnos, alguna seguridad que no teníamos.
Fue un momento de oscuridad.
O, al menos, fue así como lo sentimos.
Sin embargo, ese momento en el que fuimos separados, quedando libres de la fuente original para seguir nuestro propio camino, fue al mismo tiempo una ocasión de profunda creatividad. El espacio vacío al que fuimos impulsados es ciertamente oscuro, pero es esa misma oscuridad la que nos concede la posibilidad de crear algo nuevo, algo mejor.
Muchos de los sentimientos que sentíamos al comienzo del viaje siguen ahí, formando parte de nuestro “niño interior perdido”. Esta imagen del niño perdido expresa claramente las profundas heridas internas con las que comenzamos nuestro viaje.
Desde entonces hemos tomado muchas formas y hemos pasado por muchas vidas; hemos tenido distintos cuerpos, nuevas experiencias que nos han permitido acumular (o no) una gran cantidad de conocimientos, buenos y malos, antes de acabar aquí, en este planeta tierra.

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