Maat es la Diosa egipcia de la verdad y de la justicia; doblemente alada hija de Ra.
Maat es el principio divino del equilibrio cósmico, que mantiene ajustadas las causas a los efectos. A modo de Diosa, es representada como una mujer que lleva sobre su cabeza el símbolo de la justicia: una pluma de avestruz en posición vertical.
Maat representa a la ley cósmica de la justicia divina, la ley del karma o ley de causa y efecto. En sabiduría oculta se habla de un templo especial para esta ley, conocido como el templo de Maat, donde se juzgan todos los actos humanos en una balanza: en el platillo de la derecha se colocan las buenas obras, representadas por un corazón, mientras que en el platillo de la izquierda se pesan las malas obras, simbolizadas por la pluma vertical de la Diosa Maat.
En el libro de los muertos está escrito:
"Que mi alma no sea subyugada ni arrastrada cautiva por los demonios ¡Que me sea permitido volver la cara ante el cadalso de Sepdú! Sed alabados. ¡Oh vosotros, espíritus planetarios de la constelación de la cadera!”.
Se requiere conciencia despierta para presenciar el juicio del alma al momento de morir y estar concientes en el cadalso de la ley del karma; la constelación de libra, simbolizada por una balanza, rige la justicia cósmica y se relaciona en nuestro cuerpo físico con los riñones (la cadera).
"En cuanto a vosotros, Oh cuchillos divinos de los misterios clamando desde el fondo profundo de los siglos. Vosotros, los dos brazos divinos -de la balanza, cósmica- que ilumináis y regocijáis el Universo y conducís según los ritmos de las épocas, a jóvenes y viejos, ¡mirad! He aquí que a Thoth, Señor de los Misterios procede a las libaciones ante el amo de los millones de años y le abre el camino a través del firmamento".
La ley del karma, con sus dos brazos divinos: misericordia y justicia, mantiene al firmamento en equilibrio y define los destinos humanos.
"Yo haré circular la VERDAD-JUSTICIA en la barca celeste de mi vida, estableciendo las Jerarquías divinas en mi corazón, para millones de años, yo triunfare en medio de ellas".
La Diosa Maat, la justicia divina, es testigo de los pensamientos, sentimientos y acciones de cada ser humano, pues reside también en el interior de la psiquis como una de las partes del Ser.
La justicia siempre llega ante el Señor de los Misterios, el Ser.
En el templo de Maat son archivados todos y cada uno de los delitos cometidos en contra de los mandamientos divinos: no matar, no mentir, no adulterar, no fornicar, no robar…y la conciencia tiembla ante los cuchillos de la ley, pues sabe que no solamente se paga karma por el mal que se hace, sino también por los delitos de omisión, por el bien que se deja de hacer.
Es indispensable despertar la conciencia, porque el karma debe pagarse inevitablemente, “el desconocimiento de la ley no excluye su cumplimiento”. Toda acción tiene como repercusión el rumbo o desvío de la barca de Kepra, el navío de nuestra propia vida.
Al despertar la conciencia, también es posible aprender a manejar el cuerpo de Ka, el cuerpo astral del mundo de los sueños, para visitar el templo de Maat, donde oficia el chacal de los chacales Anubis, para consultar los libros y hacer negocios con la ley.
Enfermedades, situaciones agradables o desagradables, circunstancias genéticas, fenotípicas y paratípicas, valores en los cinco centros y hasta los mismos accidentes son resultado exacto de las acciones del ser humano en pasadas y presentes encarnaciones. Violar la ley desconocida y dar rienda suelta a las pasiones y deseos van agregando valores por pagar en el platillo de la balanza hasta que el jerarca de la ley ordena aplicar justicia.
Sin embargo, a diferencia de las escuelas pseudos esotéricas y pseudos ocultistas, la doctrina gnóstica enseña que el karma no es una ley fatalista, sino que es negociable a cambio de una conducta recta.
Quienes desconocen los principios de la ley, deben pagar su karma con dolor y sufrimiento, pero quienes se adentran a la filosofía gnóstica descubren que el karma es negociable, que se pueden solicitar créditos a los señores del karma.
Todo crédito ha de pagarse trabajando en la Gran Obra de Padre o sufriendo lo indecible.
El karma puede ser pagado haciendo obras buenas por toneladas y también puede ser eliminado, cuando la Madre Divina así lo determina por haber eliminado los agregados psicológicos causantes de esos castigos a condición de la previa comprensión de esos defectos por parte del adepto.
Anubis se encarga de revisar nuestras peticiones junto con sus 42 jueces de la ley para conceder cualquier crédito, pago o anulación de algún karma, por ello es necesario despertar conciencia en el cuerpo de Ka (los sueños) para saber de estas negociaciones.
Nadie escapa de la justicia, debido a que el fondo de nuestra conciencia existe el Kaom o policía del karma, quien registra cabalmente cada una de las acciones, pensamientos y sentimientos positivos y negativos; con todos esos registros se forman los archivos de cada alma en el templo de Maat.
Para poder limpiar todos esos archivos de las 108 vidas, se requiere comprender y eliminar los agregados psicológicos que dieron origen a esos registros. En el Egipto de los faraones, esto se representa en la leyenda de Osiris (el Ser), quien es despedazado por Tiphón, (el agregado psicológico). Isis (la Madre Divina) con gran paciencia y tenacidad se encarga de encontrar las 14 piezas en que se dividió a Osiris para resucitarlo. El pedazo número 14 fue el más difícil porque representa los elementos lujuriosos del ser humano, las pasiones.
Cuando Osiris es restaurado completamente, entonces puede presentarse victorioso en el templo de Maat y recitar la “Confesión negativa del papiro de Nu”.
Es tarea de todo ser humano prepararse con afán diariamente para enfrentar a los jueces de la ley, meditando, comprendiendo y eliminando los agregados psicológicos para libertarse de los cuerpos de pecado, vencer al destructor Dios Shu (personalidad inferior) y poder recitar ante Isis, la bendita Diosa Madre del mundo y los 42 jueces de la ley, la “Confesión negativa” del libro de los muertos:
"Tu nombre es: “EL SEÑOR DEL ORDEN DEL UNIVERSO” cuyos ojos son las dos diosas hermanas. "He aquí que yo traigo en mi corazón la VERDAD y la JUSTICIA, pues he arrancado de él todo el mal". "No he causado sufrimiento a los hombres. No he empleado la violencia, con mis parientes". "No he sustituido la injusticia a la justicia. No he frecuentado a los malos. No he cometido crímenes".
"No he hecho trabajar en mi provecho con exceso. No he intrigado por ambición. No he maltratado a mis servidores. No he blasfemado de los dioses". "No he privado al indigente de su subsistencia".
"No he cometido actos execrados por los dioses. No he permitido que un servidor fuese maltratado por su amo". "No he hecho sufrir a otro. No he provocado el hambre. No he hecho llorar a los hombres mis semejantes". "No he matado ni ordenado matar. No he provocado enfermedades entre los hombres". "No he sustraído las ofrendas de los templos. No he robado los panes de los dioses". No me he apoderado de las ofrendas destinadas a los espíritus santificados. No he cometido acciones vergonzosas en el recinto sacro-santo de los templos". "No he disminuido la porción de las ofrendas. No he tratado de aumentar mis dominios empleando medios ilícitos, ni de usurpar los campos de otro".
"No he manipulado los pesos de la balanza ni su astil. No he quitado la leche de la boca del niño. No me he apoderado del ganado en los prados". "No he cogido con lazo las aves destinadas a los dioses. No he pescado peces con cadáveres de peces". "No he obstruido las aguas cuando debían correr". "No he deshecho las presas puestas al paso de las aguas corrientes. No he apagado la llama de un fuego que debía arder".
"No he violado las reglas de las ofrendas de carne. No me he apoderado del ganado perteneciente a los templos de los dioses". "No he impedido a un dios el manifestarse: ¡Soy puro, soy puro, soy puro!".
"He sido purificado como lo ha sido el gran Fénix de Herakleópolis". "Pues yo soy el Señor de la respiración que da vida a todos los iniciados el día solemne en que el Ojo de Horus, en presencia del Señor divino de esta tierra culmina en Heliópolis", "Puesto que he visto culminar en Heliópolis el Ojo de Horus, pueda no sucederme ningún mal en esta región, ¡Oh dioses! ni en vuestra sala de la Verdad-Justicia. Pues yo conozco el nombre de esos dioses que rodean a MAAT, la gran divinidad de la Verdad-Justicia".
Hay una raza de hombres, hay una raza de dioses. Cada una de ellas saca su aliento vital de la misma Madre, pero sus poderes son diversos, de suerte que unos no son nada y otros son los dueños del cielo , que es su ciudadela para siempre. Sin embargo, todos nosotros participamos de la Gran Inteligencia; tenemos un poco de la fuerza de los inmortales, aunque no sepamos lo que el día nos tiene reservado, lo que el destino nos tiene preparado antes de que cierre la noche. Píndaro, "Oda"
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