BIENVENID@ A ESTE BLOG

BIENVENID@ A ESTE BLOG
La Esencia de la Diosa vive en el corazón de cada mujer y en el de algunos hombres sensibles que saben serlo sin perder por ello su masculinidad. Espero de todo corazón que te guste el contenido de esta página y te animo a participar en ella activamente publicando tus comentarios o utilizando el botón "g+1" para recomendar las entradas que te gusten.

viernes, 8 de julio de 2016

DESVELANDO EL MISTERIO 12: Akhenaton, el Vidente

 Amenhotep se atribuyó a sí mismo los títulos de «Aquel que ve al Grande» y «El mayor de los Videntes».
La oportunidad de plantear a mi esposo la ansiada pregunta se puso de pronto a mi alcance:
—¿Es cierto que ves a Dios, amado de mi corazón?
—Nadie puede ver al Grande porque no tiene forma alguna y contiene en si mismo todas las formas. Es a la vez hombre y mujer, el Todo y la Nada, el Gran Dios Padre-Madre de todas las cosas vivas.
—¿Cómo entonces te proclamas como «El Mayor de los Videntes»?
—Porque he escuchado su Voz. Él habla a su hijo Amenhotep y me dice cuanto debo saber.
—Yo también he escuchado las Voces…
Y entonces referí a mi esposo cuanto me había sucedido en casa de mis padres. Él escuchó mi relato en silencio, con una extraña expresión en su mirada.
Había brillo de lágrimas en sus ojos al decir:
—Ahora sé que no me equivoqué al elegirte. Apenas te vi, reconocí en ti a la Hermana que esperaba.
En aquel momento no comprendí sus palabras, segura de que se refería a la relación fraternal que se había establecido entre nosotros.
—El día de la Coronación, cuando estábamos solos al amanecer, pronunciaste unas extrañas palabras.
—Atón le habló a mi corazón, revelándole que el tiempo que tenemos para restablecer la Verdad y lograr que el pueblo abandone el culto a los falsos dioses, es limitado.
—Diecisiete años, dijiste.
—Sí.
—¿Significa eso que moriremos?
—Nuestro padre Atón ha dispuesto que dentro de diecisiete años vaya a reunirme con Él, pero tú seguirás en este mundo para mayor gloria suya.
—No deseo vivir si tú no estás a mi lado, esposo.
—Deberás vivir por los dos. ¿Qué sería de nuestras hijas, si no?
—Esperemos que, antes de que ése momento llegue, el Creador nos conceda la gracia de un Heredero.
—Confiemos en Él.
Se hizo el silencio entre nosotros. Él, perdido en su Luz; yo, en mis propios pensamientos. Un vago temor, procedente de algún remoto lugar de mi alma, me asaltó de repente.
—Ese título…, el de «El Mayor de los Videntes», pertenece al Gran Sacerdote de Iunu. ¿No temes su indignación?
—Los sacerdotes se rebelarán contra mí tarde o temprano.
Me quedé callada, pero dentro de mi corazón rogaba al Creador para que aquellas palabras proféticas de Amenhotep no se hicieran realidad.
Recordé entonces las de la Reina Madre, cuando me dijo que era necesario acabar con el poder de los sacerdotes. Ella tenía razón: si antes no destruíamos el culto principal al padre de los falsos dioses, los sacerdotes de Amón nos destruirían a todos.
En aquel momento decidí apoyar a mi esposo en su campaña de proclamar la Verdad del Dios Único y destruir el culto a los falsos dioses, hasta las últimas consecuencias. 
Del Capítulo 18 de "El ocaso de Atón"

No hay comentarios:

Publicar un comentario