Don Juan le dice a Castaneda que un guerrero no puede andar con lamentos y quejas, porque su vida es un desafío interminable, y no existen formas para que los desafíos sean bonitos o feos, buenos o malos. Los desafíos son sencillamente eso, desafíos. Allí radica la diferencia entre los hombres comunes y los guerreros. Mientras que para los primeros el mundo está lleno de bendiciones o maldiciones, para los segundos es un desafío interminable donde está a prueba su impecabilidad y su "desatino controlado”.
“ ‑Sólo como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento -dijo‑. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos…
‑La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío ‑prosiguió‑, mientras un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición…
Luego me pidió razón detallada de cómo había yo llevado a cabo las recomendaciones que don Genaro y él mismo hicieron acerca de mi mundo cotidiano y mis relaciones con la gente…
Cuando un guerrero tiene por fuerza que creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilección más íntima.. Un guerrero no cree; un guerrero tiene que creer."…
"Así que, si no fuera porque nos damos cuenta de la presencia de nuestra muerte no hubiera poder, ni misterio."…
Tener que creer que el mundo es misterioso e insondable era la expresión de la predilección intima de un guerrero. Sin ella, el guerrero no tenía nada…”
Carlos Castaneda. Relatos de Poder.
Hay una raza de hombres, hay una raza de dioses. Cada una de ellas saca su aliento vital de la misma Madre, pero sus poderes son diversos, de suerte que unos no son nada y otros son los dueños del cielo , que es su ciudadela para siempre. Sin embargo, todos nosotros participamos de la Gran Inteligencia; tenemos un poco de la fuerza de los inmortales, aunque no sepamos lo que el día nos tiene reservado, lo que el destino nos tiene preparado antes de que cierre la noche. Píndaro, "Oda"
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