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La Esencia de la Diosa vive en el corazón de cada mujer y en el de algunos hombres sensibles que saben serlo sin perder por ello su masculinidad. Espero de todo corazón que te guste el contenido de esta página y te animo a participar en ella activamente publicando tus comentarios o utilizando el botón "g+1" para recomendar las entradas que te gusten.

viernes, 10 de enero de 2014

HIJOS DE LA DIOSA

El sol ya se ha ocultado detrás de un crepúsculo rojo y caen las sombras sobre el viejo altar de piedra. El eco de la montaña repite el aullido lejano de un perro, mientras que los animales nocturnos del bosque despiertan a una nueva aventura.
Mudas, sigilosas, unas sombras surgen despaciosamente de la espesura y se reúnen en el claro, frente al ara. Van cubiertos por un manto del color de la tierra y, verdaderamente, parecen fundirse con ella, una unidad con el paisaje. Vibran con el canto de los elementos.
En silencio, dibujan un círculo blanco en el suelo, con símbolos extraños. La luna llena se eleva lentamente en el horizonte: muy grande, amarilla y radiante. A medida que asciende se vuelve más clara, alarga las sombras de los árboles y de los encapuchados, y llena de luz las túnicas blancas bajo el manto marrón.
Hombres y mujeres forman también un círculo alrededor del dolmen y musitan algo entre cántico y oración. La tenue luz lunar llena ahora de magia el lugar sagrado y arranca los destellos de algunas espadas.
Silencio de nuevo. Surge de la tierra una fuerza extraña y todo el bosque calla.
Una nueva sombra se acerca ahora al círculo, lentamente. Su manto negro y plateado arrastra por el suelo, barriendo a su paso algunas hojas muertas. Su voz firme rompe el silencio y resuena en los montes vecinos. Sus brazos alzados reclaman presencias invisibles. La luna ahora está en su cenit y un rayo plateado ilumina su cara y su pelo como una presencia casi fantasmal, etérea.
“Invoco en mi los poderes de la Tierra,
de la Triple Diosa, la Doncella,
la Madre, la Anciana…”
Pronuncia las palabras melodiosamente y parece elevarse y crecer a cada paso. Sus facciones cambian, se desdibujan y se vuelven dulces unas veces, feroces otras. Todo el grupo se mueve ahora como un solo ser. El claro se ilumina con una luz distinta casi dorada.
“…háblanos ahora, usa este canal y manifiéstate…”
Una vez más se produce el milagro: uno de los miembros admite en su cuerpo a una Presencia que habla a través de él. Después cae en un profundo trance del que luego despierta para no recordar. Las fuerzas del Más Allá han acudido y han dado respuestas. El oráculo ha hablado.
La voz resuena de nuevo.
“Gracias a Ti, que nos has permitido esta noche…”
Después, tan silenciosamente como llegaron desaparecen. El bosque recobra los mil sonidos de la noche. Y, mientras, la luna, redonda y blanca, sonríe mientras arrastra por el cielo su manto de estrellas.
“¡Vinieron mis hijos!”

De mi libro GOTAS DE ALMA

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